El picnic Paneuropeo de 1989 – Ricardo Ruiz de la Serna


El pícnic paneuropeo de 1989

El 19 de agosto de 1989 se celebró un pícnic que cambió la Historia de Europa. Ese día se marcó el camino para la liberación de millones de personas que vivían en los países del bloque comunista. En el proyecto de esta excursión de evidente sentido político participaron los ministros de asuntos exteriores de Austria y Hungría, Alosi Mock y Gyula Horn, así como Otto de Habsburgo -entre cuyos títulos estaban el de Archiduque y Príncipe imperial de Austria, Príncipe real de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Galitzia y Lodomeria, etc.- e Imre Pozsgay, líder reformista húngaro y ministro de Estado. Se trataba de celebrar un encuentro de confraternización entre europeos de los dos lados del Telón de Acero. Entre las 15:00 y las 18:00 del 19 de agosto, la frontera entre Hungría y Austria quedaría abierta para que unos y otros pudieran celebrar juntos una comida campestre en la localidad fronteriza húngara de Sopron, que está a 60 kilómetros de Viena y 220 de Budapest.

El empeño era arriesgado. Era evidente que la Unión Soviética estaba en franco declive, pero nadie sabía cómo podría reaccionar Moscú. Hungría ya había sufrido las consecuencias de rebelarse contra el yugo comunista en 1956 -algo que también hizo Polonia en aquel mismo año- y su destino había anticipado el de Praga en 1968. No estaba tan lejana la proclamación del estado de sitio en Polonia el 13 de diciembre de 1981 que encubrió el golpe de Estado del ministro de Defensa, presidente del Consejo y primer secretario del partido comunista Wojciech Jaruzelski. El auge de Solidaridad y el ascenso de Lech Walesa habían provocado una reacción decidida de los comunistas polacos, que a su vez evitó otra más violenta del Pacto de Varsovia. El Ejército Popular Nacional de la República Democrática Alemana estaba listo para intervenir en Polonia. En los años 80, apartarse de la línea de Moscú seguía siendo un juego peligroso. En este caso, peligrosísimo porque, además, la iniciativa era húngara. Su publicidad y su significado eran un evidente desafío a Moscú y a sus estados satélites.


Sin embargo, Otto de Habsburgo e Imre Pozsgay estaban decididos. Hungría era un país propicio para el encuentro porque los ciudadanos del bloque oriental -por ejemplo, de la República Democrática Alemana- podían viajar allí porque era una república socialista hermana. El lago Balatón atraía a muchos turistas de las dos Alemanias. Sopron estaba más cerca de Viena que de Budapest, justo en la frontera, así que era cuestión de organizar el cruce de la frontera. Hungría y Austria acordaron abrir un paso fronterizo cortando la alambrada. Iba a ser un acto simbólico y muy impactante desde el punto de vista mediático. El Telón de Acero se iba a romper durante unas horas en el corazón de Europa, en el viejo Imperio de los Habsburgo, cuya destrucción había relatado François (o Ferenc) Fejtö en “Requiem por un imperio difunto” solo un año antes.

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