El pueblo palestino – Daniel Ari @WharfRatDE

«Palaestina» es el nombre que el Imperio Romano dio a lo que para éste era una provincia, resultado de la fusión de la provincia de Siria y la provincia de Judea. Desde entonces hasta la fecha, en Palestina han vivido, malvivido y convivido decenas de pueblos.

A partir del siglo XIX, cuando estaba bajo control del Imperio Otomano, a la zona empezaron a llenar oleadas de judíos europeos que huían de los pogromos rusos y las persecuciones antisemitas en distintos puntos de Europa. Llegaban, compraban compraban terrenos a sus legítimos propietarios, que podían ser árabes, turcos o lo que fuera, y se asentaban.

Crearon moshavim y kibbutzim (pequeñas comunidades agrícolas de corte socialista a imagen del koljos soviético, pero con libertad para entrar y salir). Crearon ciudades. Tel Aviv se levantó de la nada en apenas 100 años. En esta imagen, de 1909, cerca de 100 judíos participan en una lotería para dividir un terreno desértico de apenas 12 acres.

Así nació lo que hoy es Tel Aviv, la capital financiera y tecnológica de Israel.

 

Los judíos se organizaban en grupos y compraban terrenos que sus propietarios consideraban estériles. No sólo estériles, sino peligrosos. Pantanos en la costa del Mediterráneo en los que no florecía nada y en los que reinaba la malaria y otras enfermedades. Pese a considerarlos yermos, los árabes los vendían a precios desorbitados. Esas ciénagas de entonces, son hoy fecundas plantaciones de cítricos, de dátiles, de aguacates. Pero en los cementerios de la época, aún pueden verse centenares de tumbas de niños judíos nacidos muertos o que murieron al poco de nacer. De malaria y otras enfermedades.

En 1920, al final de la I GM, el general Allenby, del Imperio Británico, entró en Jerusalén. Fin del control de Palaestina por los turcos.

 

 

Durante el mandato británico, los ingleses crearon el cargo de Gran Mufti de Jerusalén, que recayó sobre Amin al-Husseini, nacionalista árabe y líder religioso musulmán.

 

 

Durante la época de entre guerras, los árabes cometieron matanzas de civiles judíos, la mayoría lideradas por este hombre. Recordemos que en esa época, los judíos no tenían ejército ni «ocupaban» nada. El pogromo más importante realizado contra la población judía fue la matanza de Hebrón de 1929, donde se destruyeron sinagogas y casas, y hasta un hospital judío que proporcionaba atención a los árabes.

 

 

Así las cosas, y ante la indiferencia de los británicos, los judíos crearon una organización paramilitar, el Irgún, la semilla (prácticamente sin cuadros entrenados ni armamento) de lo que tras la independencia se convertiría en el Ejército de Defensa de Israel.

Hay que señalar que antes y durante la II GM, Al Huseini fue aliado entusiasta de Hitler. Hasta el punto de que ofreció tropas árabes a Hitler y se comprometió a extender la Solución Final a Palestina.

 

 

También conviene señalar que durante la II GM los británicos sólo permitían entrar a un número limitado de judíos que huían de Europa. Los que superaban la cuota, eran enviados de vuelta a Europa, donde les esperaba una muerte segura. Una de las leyes británicas establecía que no se podía expulsar a quienes tenían un techo. De modo que el Irgun (la fuerza paramilitar judía) construía algo parecido a casas (parte de una fachada y parte de un techo) durante la noche, durante la noche metía de contrabando a los judíos que aguardaban a ser deportados en los barcos atracados en el puerto, y por la mañana tenían casa (a medio hacer) y papeles, lo que dificultaba las labores de expulsión de las autoridades británicas. Así, a hurtadillas, entraron en Palestina miles de judíos durante la guerra.

Finalizada la II GM, la ONU hizo una propuesta de partición de Palestina, una parte para el Estado Judío, el resto para un Estado Árabe. ¿Alguna mención del Estado Palestino? No. ¿Por qué? Porque no existía tal cosa.

Si se toman ustedes el trabajo de mirar las hemerotecas de la época (siglos XIX y XX), verán que cualquier mención al adjetivo palestino en los siglos XIX y XX (antes de la constitución del Estado de Israel) no remite a nada que tenga que ver con lo que hoy conocemos como «pueblo palestino». Encontrarán, eso sí, multitud de referncias a organismos, empresas y asociaciones judías («Palestine Land Development Company», “Palestine Philarmonic Orchestra”, ”Palestine Jewish Colonization Association”, etc.).

De hecho, fue gracias a la inmigración judía a Palestina, a las empresas creadas por los judíos, que la zona empezó a prosperar y a atraer a árabes. Los cronistas, los viajeros y exploradores de la época, la mayoría americanos e ingleses, cuentan que, en el siglo XIX, Palestina era un territorio desolado e inhóspito. Mark Twain escribe sobre Palestina que «sus valles son desiertos que tienen expresión triste y abatida».

Pues bien, los árabes no aceptaron la propuesta de partición, los judíos sí. Estaba cerca la declaración unilateral de independencia del moderno Estado de Israel. Y los judíos sabían que cuando se produjese, los árabes les iban a atacar, en masa. Sin embargo, ningún país quería vender armas a los judíos. Y los judíos no tenían ni idea del arte de la guerra. No tenían cuadros preparados, ni nada.

De hecho, la creación del moderno Estado de Israel, como la creación de todo Estado nuevo, produjo un hombre nuevo, inventado, imaginario: un soldado y un agricultor (los judíos no habían sido ni lo uno ni lo otro a lo largo de 20 siglos, por razones evidentes).

De modo que ficharon a un puñado de reservistas judíos de los ejércitos de EEUU, Reino Unido y Australia, ex combatientes de la II GM, para que prepararan al naciente ejército de defensa, y se consiguieron armas como se pudo. Un tío abuelo mío, parte de la sección de inteligencia del Irgún, aprovechando el caos de posguerra en Italia, robaba camiones de armamento a los ingleses, que después se colaban de contrabando en Palestina. Y así, con mucho esfuerzo e imaginación, se creó la fuerza que iba a defender al naciente Estado de Israel.

Como estaba previsto, un día después de la declaración de independencia del (el 14 de mayo de 1948), Egipto, Jordania y Siria atacaron Israel con el objetivo (públicamente declarado) de «echar a los judíos al mar». Si se fijan ustedes en el mapa de la partición, incluso en el mapa del Israel actual, la cintura de avispa de Israel mide lo que mide la Avenida Diagonal de Barcelona. De modo que empujar a los judíos al mar estaba chupado. Salvo que uno contara con la valentía y el espíritu de supervivencia de los israelíes.

Y, en efecto, Israel ganó esa guerra. Y todas las guerras posteriores. Un país tan pequeño, afirmaba Kundera, no se puede permitir el lujo de perder una sola guerra. Porque perder una sola guerra supone desaparecer del mapa.

Antes de la guerra de independencia, durante el mandato británico, que en muchos aspectos había hecho un desastre en Palestina, que había sido incapaz de poner orden, que había hecho de la vista gorda en un montón de injusticias sangrantes, se habían ido desarrollando los movimientos nacionalistas judío y árabe. Ambos anti británicos, pero, además, el árabe específicamente anti judío. Por supuesto, había grupos judíos anti árabes, pero no hasta el punto de negar su existencia o desear su eliminación. No ha habido nunca semejante proyecto político, ni entre los halcones más extremos.

La creación del Estado de Israel se debe, en gran parte, al movimiento sionista, que no es más que un movimiento nacional (de fundación de un Estado Judío en el antiguo Israel como respuesta al furibundo antisemitismo europeo), del mismo modo que existen movimientos nacionales detrás de la creación de todos los Estados modernos  existen . Y el «pueblo palestino» (que hasta entonces no era más que árabes provenientes de Siria, Líbano, Jordania, Egipto, etc., y que vivían en Palestina junto con cristianos, judíos, turcos, etc. Digámoslo claramente: el «pueblo palestino» debe su existencia al movimiento nacional sionista. Sin el sionismo, esos árabes habrían sido fagocitados por las naciones árabes vecinas.

Ahora bien, ¿qué ocurrió durante la guerra de independencia? Los ejércitos árabes que atacaron Israel animaron a los árabes locales a abandonar la zona hasta que se echase a los judíos al mar con la promesa de que después volverían al territorio conquistado por ellos. De modo que muchos huyeron de motu proprio hacia los países vecinos. Otros, una minoría, fueron echados a patadas por los vencedores.

Los expulsados fueron tratados como enemigos. No asesinados, pero sí expulsados. Conviene que señalar que la mayoría de ellos viven en campos de refugiados en Líbano, país hermano, o en malas condiciones en Siria. En Jordania, constituyen la mayoría de la población. Sus vidas no interesan a los árabes excepto como armas arrojadizas contra el estado judío.

Los árabes que quedaron en Israel son hoy ciudadanos israelíes de pleno derecho. Constituyen algo a´si como el 20% de la población de Israel. Israel tiene parlamentarios árabes (muchos de ellos abiertamente antisemitas), policía árabe, soldados árabes, profesores universitarios árabes, etc. Ningún árabe israelí estaría dispuesto, bajo ningún concepto, a irse a vivir a Cisjordania, menos a Gaza. Por eso, entre otras cosas, no se consideran «palestinos» (pese a serlo, según la propaganda nacional palestina), sino, sencillamente, árabes. Árabes israelíes. Árabes con derechos que no tienen los árabes en los países árabes.

En diciembre de 1950, la ONU creó el ACNUR (Alto Comisionado para los Refugiados). Este organismo estaba hecho para TODOS los refugiados del mundo. Para todos. Sin embargo, en 1949 creó la UNRWA, que es un organismo dedicado exclusivamente a los refugiados palestinos. La ONU no tiene ningún otro organismo dedicado exclusivamente a ningún grupo específico de refugiados. De ningún tipo. De ningún lugar.

La UNRWA se encarga de mantener el statu quo de los refugiados palestinos. Es decir, de que se sigan pudriendo en campos de refugiados de los países árabes. Manejan números absurdos. Entre los refugiados palestinos cuentan a los que abandonaron Israel (por motu proprio o a la fuerza) más las siguientes dos generaciones. Cuando Clinton convocó al Barak y a Arafat a las negociaciones de paz de Camp David, en el 2000, Israel ofreció TODO lo que pedía Arafat menos una exigencia imposible de satisfacer: que volvieran a Israel los palestinos que la UNRWA «considera» refugiados. Aceptar eso habría sido como aceptar que España diese nacionalidad española, de golpe, a 30 millones de musulmanes (marroquíes, argelinos o de donde fuera). Hubiera supuesto el fin de Israel. Israel no aceptó semejante dislate, y Arafat volvió a su Muqata (a donde los propios israelíes lo habían llevado, desde su escondrijo en Libia, creyendo que sería un socio para la paz), fue recibido como un héroe por los palestinos, y declaró la Segunda Intifada, con todo lo que eso supuso.

Desde entonces, los palestinos no están dispuestos a ninguna solución que no pase por la desaparición del Estado de Israel. En realidad, viven en una Intifada perpetua. No hacen otra cosa que atacar a Israel y lloriquear cuando Israel se defiende (con mesura). Han creado dos generaciones de palestinos adoctrinados en el odio antisemita desde la más tierna infancia. Y no quieren otra cosa, pues medio mundo progre paternalista se pirra por los «perdedores» y los «desamparados». Cuando los judíos suupervivientes de la Shoah crearon Israel contra todo pronóstico, la izquierda mundial los apoyó. Eran unos pobres desgraciados en proceso de recoger sus pedazos. Pero cuando los israelíes no se convirtieron en víctimas profesionales, sino que hicieron algo productivo con su vida, levantaron un Estado fuerte y próspero y repelieron, uno tras otro, todos los ataques de los árabes, la izquierda se sintió profundamente traicionada.

A la izquierda le gusta patrocinar a los pobres siempre que sigan siendo pobres. Siempre que no hagan nada por dejar de serlo.

Por último…. cuando Israel abandonó unilateralmente Gaza (con su ejército sacando de allí a la fuerza a granjeros y tenderos judíos), lo primero que hicieron los palestinos fue quemar todas las propiedades que los judíos habían dejado atrás, incluidas las granjas, pequeñas fábricas y talleres al grito de «hemos echado a los judíos». No aprovecharon esas fábricas y granjas para trabajarlas, para labrarse un porvenir (para ellos y sus hijos). Las destruyeron. ¿Para qué trabajarlas si la comunidad internacional va a inundarlos con millones y millones como premio por ser las víctimas más fotogénicas del mundo?

Aunque es difícil resumir todo el conflicto árabe-israelí en un hilo, he intentado dar algunas pinceladas. Gracias por vuestra paciencia.

 

Origen: El pueblo palestino — Shorthand Social

7 comentarios en “El pueblo palestino – Daniel Ari @WharfRatDE

  1. Buen artículo. Mis felicitaciones al autor. Por comentar un dato destacado en el mismo:
    A la izquierda ultra-progre (que curiosamente calca el modus operandi e ideología de la derecha ultra-rancia tendente al neonazismo) siempre les encanta apadrinar a las «pobesitas» víctimas. Pero curiosamente se les olvida apadrinar a los chechenos masacrados por Rusia en su genocidio más que probado (y que prosigue en la actualidad, bien calladito gracias a la no-manipulación mediática de Putin), ni apadrinan a los saharauis (oprimidos por Marruecos desde hace décadas, privados de su nación, y expulsados de ella mientras malviven en campos de refugiados en condiciones penosas)
    Se me ocurren este par de ejemplos por tratarse también de musulmanes y tal…A lo mejor algún amigo de la izquierda me explica por qué existen musulmanes de primera y de segunda; por qué a unos se les presta tanta atención y a otros ninguna…Y de paso, si tendría a bien de explicarme como los eventos del Septiembre Negro de 1970 no concitan la menor indignación en nadie, pese a que entonces fueron asesinados unos 20000 «palestinos» por tropas jordanas.
    Reseñar otra curiosidad que siempre me ha parecido inquietante: En España preocupa mucho más el «dolor» palestino, que el saharaui, pese a que los últimos pillan más cerca (y son un tema en el que España debería estar implicada, por tratarse de su responsabilidad directa) Pero claro, supongo que como no hay judíos cerca a quienes culpar de la situación, el recurso de la indignación ya no vale en ese caso, ¿no?
    Y saliendo de otros ejemplos, tampoco parece que cuenten las víctimas israelís, por ejemplo, tres jóvenes secuestrados, torturados y asesinados por terroristas palestinos hace algún tiempo; ancianas apuñaladas por la calle por palestinos que se «manifiestan pacíficamente» (según su peculiar óptica del mundo, manifestarse pacíficamente es salir a apuñalar a gente o atropellarlos con camiones -curiosamente, mismos métodos que emplea el ISIS-)….
    Pero por supuesto, la izquierda ultra-progre está ocupada defendiendo a las víctimas, es decir, a los mismos que apuñalan y atropellan con camiones.

    Me gusta

    1. Precisamente los que más apoyan el sionismo son organizaciones y personajes de la ultraderecha, Israel esta gobernada por la extrema derecha, y se equivoca usted al tildar de «izquierda progre» a todo aquel que se opone al sionismo, dígaselo usted a tantos judíos que se oponen.

      Me gusta

    2. Es gracioso eso de querer desprestigiar a alguien porque su ideología coincida en algún punto con otra, por ejemplo, como los nazis son antisionistas, significa eso que el que critique a Israel y al sionismo es nazi, es una táctica bastante patética pero que cala, lo reconozco.
      Por cierto, el «pueblo saharaui» no fue expulsado de su territorio, fueron refugiados de guerra y el Polisario les impide volver a su tierra.

      Me gusta

  2. Realmente el articulo esta lleno de manipulaciones y datos falsos, decir que Palestina estaba «despoblada» antes de la llegada de judíos allí es de ser bastante ignorante, y más aun la citación final de que los palestinos destruyeron las fabricas tras la retirada Israelí, mire, apenas había fabricas en los 21 asentamientos en Gaza y esos asentamientos fueron VOLADOS por los aires por los israelíes.

    Me gusta

esta web esta abierta al debate, no al insulto, estos seran borrados y sus autores baneados.