España, de 1975 a 2015 – Pedro Fernández-Barbadillo

UN PAÍS DE CUARENTONES CON TELÉFONOS MÓVILES

 

Al comparar la sociedad española de 1975 con la de 2015 hemos tener en cuenta que los 40 años transcurridos han supuesto una revolución política, tecnológica y económica.

Pedro Fernández-Barbadillo – Viernes, 20. Noviembre 2015

España pasó del partido único al pluripartidismo y se incorporó a las Comunidades Económicas Europeas, hoy Unión Europea, y la OTAN. Al igual que los partidos políticos, estaban prohibidos el divorcio (por encima de 120.000 demandas en 2014), el aborto(más de 100.000 registrados en 2013) y las huelgas (más de 900 en 2014). La peseta en 2015 ya no existe y en 1975 no existían tecnologías que ahora son de uso cotidiano, como los teléfonos móviles, Internet y los ordenadores.

Entre los puntos positivos podemos citar la deflación, en comparación con la alta inflación de entonces (ambas magnitudes comunes en los países europeos en cada época), el descenso en los accidentes mortales de tráfico y laborales. Sin embargo, los suicidios se han triplicado y la población carcelaria se ha multiplicado por ocho, cuando la población ha aumentado en un tercio. No deja de ser curioso que desde 1975 ha crecido el número de cuerpos policiales y de efectivos en ellos. La Guardia Civil en el régimen autoritario del general Franco no alcanzaba los 60.000 efectivos y ahora se aproxima a los 80.000, es decir, la dictadura controlaba a los españoles con menos policías y menos encarcelamientos.

La población activa y la ocupada han crecido en varios millones, pero también lo ha hecho el paro. En la sociedad española de los 70 y 80 preocupaba de verdad el crecimiento del desempleo; parece que en estos últimos años nos hemos acostumbrado a convivir con niveles de paro (sobre todo juvenil) entonces insospechados y, cosa también sorprendente, sin que la paz social se deteriore, lo que se ve en el descenso del número de huelgas (de 1.568 en 1976 según el índice de conflictividad de la CEOE a 959 en 2014, con 3.194 en 1987 como pico).

El PIB medido en dólares se ha multiplicado por nueve en estas cuatro décadas (debido, en parte, al crecimiento económico y, en otra parte, a la inflación acumulada), pero ofrece contrastes curiosos. La cuota de España en el turismo mundial es algo menor que en 1975, a pesar de que el número de turistas se ha más que doblado, pero porque han aparecido otros destinos, como China. Las matriculaciones de automóviles han crecido un 50% pero el consumo aparente de cemento (producción, más importaciones menos exportaciones) ha caído al nivel de la posguerra.

Los cambios en la economía se ven en que Telefónica ha sido sustituida como empresa de mayor capitalización bursátil por Inditex: en vez de un monopolio centrado en la tecnología de las comunicaciones, una multinacional presente en todo el mundo dedicada al diseño y la venta de productos textiles.

También se aprecia la pérdida de influencia de Barcelona en beneficio de Madrid, lo que se ha producido, paradójicamente, con la descentralización del Estado autonómico.

Otra paradoja de estos 40 años es que el Estado franquista era un Estado muy pequeño, con la cuarta parte de los casi 2,5 millones de funcionarios que existen hoy. Ese aumento se debe, por un lado, a que las Administraciones prestan muchos nuevos servicios a los ciudadanos (extensión de la edad obligatoria de educación, inspecciones, sanidad, urbanismo…) y por otro lado a la aparición de las comunidades autónomas, que han formado sus propios cuerpos de funcionarios. Una consecuencia es la escalada del porcentaje de la deuda pública respecto al PIB: de un 8% escaso en 1975 a casi el 100% en octubre pasado. Cabe que los ciudadanos nos preguntemos en qué se gasta el dinero de nuestros impuestos.

La inmigración es otro cambio que vemos en nuestras calles y en cualquier pueblo, por pequeño que sea. En estos 40 años, España ha pasado de ser un país de población homogénea a otro donde los extranjeros constituyen casi el 10% de los habitantes.

Para quienes analizan la realidad en décadas, el dato más llamativo, y preocupante, consiste en que los españoles (como casi todos los occidentales ricos, incluidos los japoneses, coreanos y taiwaneses) han renunciado a perpetuarse. A 1 de enero de 2015, el número de nacimientos sólo superaba al de defunciones en 30.000, cuando en 1975 rebasaba los 300.000. En consecuencia, han subido la edad media y la proporción de mayores de 65 años. ¿Qué ocurre para que los españoles, que desde 1975 disponen de un Estado del bienestar muy ampliado (pensiones, subsidios, cobertura sanitaria…) y ejercen el control sobre sus propias vidas (sin límites ni restricciones como eran el servicio militar obligatorio y la moral católica antes predominante), no quieran tener hijos?

Origen: España, de 1975 a 2015 | La Gaceta

4 comentarios en “España, de 1975 a 2015 – Pedro Fernández-Barbadillo

  1. Había introducido un comentario,pero me han cortado y cerrado la págína. Me ha ouesto de mala leche, porque había escrito un largo párrafo. Si lo que quieren en es que me borre de la suscripción a esta página, lo están consiguiendo

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  2. Eso de que el franquismo era unipartidista no es cierto. Franco sustituyó el pluripartidismo por el corporativismo, que basaba la representación de los ciudadanos (que en realidad estr´taba supeditada a la dictadura) por su pertenencia a una familia, a una comunidad social (ayuntamiento) y a un trabajo o sindicato (que imcluía a patronos y obreros).
    Franco suprimió el pluripartidismo pero no podia prohibir la Falange y el Tradicionalismo, los dos partidos que habían apoyado su sublevación contra la República. Lo que hizo fue fusionar esos dos llamados “partidos”, cuya ideologåia era como el fuego y el agua (los falangistas eran antimonárquicos y los tradicionalistas eran monárquicos trasnochados, no amigos de los Borbones). Creó así la FET y de las JONS (“Falange Española Tradicionalista y las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista) y se puso a su frente, no sin antes meter en la cárcel a Hedilla (el sucesor legítimo de José Antonio) que quería mantener a la Falange intacta. La muerte de José Antonio le vino al pelo a Franco, que no hizo lo más mínimo por rescatar su vida mediante un intercambio de presos (como le pedíanalgunos).
    La falange nunca desempeñó el papel político que deseaba y los falangistas fieles a su ideología nunca fueron amigos de Franco. Se permitió a la Falange desempeñar labores socials secundarias como la dirección de los sindicatos y cierta influencia en la enseñaza escolar.

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  3. Ni los dejaron hacer lo que se habian ganado, y lo que de verdad ha importado siempre, menos ahora en esta era de buenismo, tontismo, parosismo,wasismos y pobreza mental. «la justicia social y el trabajador» que no nos dejan defender los que no quieren oir ni hablar……todos esos traidores y chorizos que andan sueltos….y se rien de todos.

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