Exhumación de los Caídos y la incultura del odio – Enrique Garza Grau

Exhumación de los Caídos y la incultura del odio.

El azar me ha situado como interlocutor de la familia Sanjurjo, a consecuencia de la iniciación del expediente administrativo incoado en el Ayuntamiento de Pamplona a instancia de HB-BILDU, ARANZADI

(Podemos), apoyados  con una falta de visión política lamentable por el PSN, con objeto de exhumar los restos de los generales Mola (según nos informan, fue exhumado hace unos días) y Sanjurjo; quienes descansan en la cripta sacralizada del Monumento a los Caídos —cuyo uso posee a perpetuidad la Iglesia Católica— junto a los carlistas: Arregui, Sota, Munarriz y los hermanos Joaquín y Dimas Aznar.

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Resulta del todo desagradable que transcurridos ochenta años desde el inicio de la Guerra Civil; la izquierda independentista vuelva a destapar las heridas que quedaron cerradas en la Transición española y cicatrizaron con la incorporación de España en la Unión Europea y la OTAN. A partir de ese momento, los recuerdos de la guerra se alojaron en las páginas de la historia, gracias a la impronta de la dinámica social en la cultura del español medio, los niveles de bienestar adquiridos en la España moderna y, la integración del español medio en un mundo cada vez más cercano y globalizado. Por razones espurias, el «odio» emerge de nuevo en el núcleo del debate político en ciernes de una sociedad nihilista, que está atravesando España como la peste; eso no solo se me antoja triste, sino preocupante. Una de las causas que pueden justificar el odio emergente, es la expulsión de la vida pública de las clases medias en extinción; quienes  por ende, siempre han representado la verdadera proyección cultural, académica, empresarial y profesional de la sociedad del bienestar. La verdadera clase media ha sido sustituida en las instituciones de representación por personajes distinguidos —no precisamente por sus cualidades— que se han ocupado de enviar al ostracismo a los sabios, mientras abren las puertas de entrada a los puntos de influencia a personajes torpes, grotescos o resentidos, que no han demostrado nada en el quehacer diario. Este perfil de hombre público, está asentando en España el «totalitarismo arrogante de lo banal». Aceptado este planteamiento nítido, podemos entender mejor la distancia abismal, entre la España real y la oficial.

La «incultura del odio», se ha instalado en el Congreso de los Diputados, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos; y, frente a ésta, solo cabe contraponer la cultura del amor y el respeto. La familia Sanjurjo no se opone por capricho a la exhumación del Teniente General dos veces lauredo; lo hacemos, puesto que consideramos esencial, que en el mundo  civilizado se respete a los muertos, partiendo de la premisa de que los vivos también son respetados con toda su dignidad sobre los pilares de la paz, el respeto, la libertad y el diálogo. Lamentablemente la guerra fue un hecho histórico trágico, que ojalá jamás se repita. Lo ocurrido hace ochenta años debe quedar en manos de los historiadores y el mundo de la investigación académica, para que la sociedad lo asuma con criterio. Decía Emilio Lledó en la Introducción a los Diálogos de Platón que «hacer historia es reivindicar la continuidad, humanizar el tiempo…proyectar el futuro» la España del siglo XXI no debe recrear los odios reflejados en la pintura negra de Goya, como si viviéramos enquistados a finales del XIX en «Duelo a garrotazos». Observamos que la indefinición del rostro de los personajes del cuadro, es tan absoluta, como lo es la vida pública española; parece que bajo el eufemismo de «Memoria Histórica» nace con un buen fin —enterrar con dignidad a los caídos del Frente Popular— y deriva en la deconstrucción del pasado, para hacer una historia «deshumanizada» al gusto de una de las partes. No queremos con esto justificar nada ni a nadie. Pero tampoco resulta comprensible que quienes durante estos años han estado dinamitando la democracia con las armas y ahora desde las instituciones, rompan la convivencia por falta de ideas y capacidad para ofrecer soluciones concretas y útiles, al objeto de legar una España mejor a las generaciones futuras. El mensaje de odio a la fe, a la historia, a la nación, a la democracia, al diálogo y al respeto entre españoles, no debería ser un discurso aceptable por las personas e instituciones, sean civiles o eclesiásticas. Y si lo aceptan, el escenario social que nos van a dejar puede ser el peor de los posibles, que tendrá que soportar la conciencia de cada uno.

Hay dos formas de actuar ante una situación que nos ha puesto el Alcalde de Pamplona; plegarnos y admitir la imposición de la exhumación a pesar de que es contraria a Derecho y, a la ley invocada —Ley de Memoria Histórica— ; puesto que la línea central de los argumentos de Bildu se ciñe a que la «tumba ofende», no solo las consideramos procaz, sino que también nos resulta inadmisible; de admitir el argumento sería igualmente aplicable contra quienes lucharon en el Frente Popular cuyas estatuas y calles dedicadas en los pueblos y ciudades de España podrían «ofender» a los descendientes de quienes fueron víctimas del bando Republicano, y, así entraríamos en una espiral absurda e inconsecuente. Ante esta tesitura, hemos optado por oponernos a la exhumación asentados en la defensa de la reconciliación, el diálogo y el respeto; por consiguiente, siempre estaremos del lado de la legalidad, la libertad y la convivencia. Es evidente que nuestra posición es la más incomoda «no aceptar una exhumación sin hacer ruido», puesto que lo sencillo habría sido plegarnos y exhumar a hurtadillas. El Arzobispado y la clase política que busca la paz y la convivencia, entendemos que deberían  haberse posicionado a favor de la libertad y la Verdad; arraigados en la cultura del amor, la reconciliación, la convivencia y, no dar un paso atrás en la defensa de los valores que representa el humanismo cristiano.

Es imponderable la cantidad de odio que puede acumular una sociedad decadente: no sabría decir si es peor, el hecho de que 50 personas golpeen salvajemente a dos guardias civiles y las mujeres que les acompañaban o que estos hechos no se condenen, se justifiquen o se obvien. Tampoco sabría decir si es peor, el odio a la fe que cada día crece más en España, o que los partidos e incluso las instituciones religiosas se escondan antes que luchar por la Verdad.

En España se considera golpista a los que se abstienen en una votación, estos a su vez se lo llaman a quienes han ganado las elecciones, que a su vez se lo dicen a quienes les piden separación de poderes o listas abiertas, o se les ocurre manifestar públicamente que creen en el Derecho Natural: ¡es una locura en espiral, diabólica! El axioma odio más odio igual a enfrentamiento y frustración social, es inequívoco. Y la cobardía a la hora de luchar por los principios que sustentan la democracia, a nuestro entender, es el mayor de las pecados que puede cometer esta sociedad que ha dejado los valores en las cunetas para envolverse en la bandera del insulto, la provocación, el resentimiento y lo políticamente correcto. Aunque resulte muy incomodo para la hija y nietos del General Sanjurjo, todos ellos, se encuentran en la convicción de que la Verdad y el Estado de Derecho deben prevalecer siempre frente a la confrontación. Ese es y será, el motivo que les impulsa a mantener a su padre y abuelo en el lugar sagrado que le fue asignado por el pueblo de Navarra. Frente a los instigadores del odio y la confrontación, tan solo esgrimiremos un triángulo de principios como argumento: respeto, convicciones morales y amor a la libertad. Por todo ello, con un enorme dolor, reprobamos el acuerdo entre Bildu y el Arzobispado al que se hizo mención en la rueda de prensa del día 8 de noviembre de 2016.

Enrique Garza Grau

Letrado y Dr. en Humanidades y Ciencias Sociales.

Portavoz familia Sanjurjo.

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ENRIQUE GARZA GRAU

8 de noviembre de 2016

Plaza Santa María la Real, 1

31001 Pamplona Navarra

Excmo. Sr. D. Francisco Pérez González:

Hemos tenido conocimiento de la nota informativa que ha enviado el Alcalde de Pamplona a los distintos medios de comunicación; en la que se recogen los extremos del acuerdo que han realizado entre BILDU y el Arzobispado en las condiciones que nos sugirió S.E. en su momento, en las que se nos obvio que su consejo era un pacto con el Alcalde.

Nos reiteramos en nuestra firme postura de no autorizar la exhumación de los restos del Teniente General José Sanjurjo, por respeto a su memoria; a la de los 6.750 obispos, sacerdotes y seminaristas; y a la de los millares de españoles que dieron su vida por la defensa de su Credo, entre los que se suma humildemente nuestra familia. Por consiguiente, le reiteramos como custodio de sus restos, que de ningún modo autorice la profanación —exhumación— de su tumba, tal y como se comprometió con nosotros; puesto que como conoce, tenemos intención iniciar  las acciones legales oportunas contra quien proceda a la exhumación que Vds. han calificado de injustificada e ilegal en la alegaciones incoadas en el expediente de referencia.

Atentamente.

Enrique Garza Grau

Por mandato:Carlota Sanjurjo Prieto, hijos y sobrinos (hijos de José Sanjurjo Prieto).

Duque de Alba, 6,1º A. 28200 San Lorenzo de El Escorial (Madrid)  918908607

2 comentarios en “Exhumación de los Caídos y la incultura del odio – Enrique Garza Grau

  1. Es perfecta su exposición, clara , concisa y certera, pero me temo que por la traicion de los poderes públicos, eclesiásticos,incluso los sociales. Estos personajes resentidos, rabiosos, están mas unidos con todos esos poderes renacientes demoníacos, instalados en el odio a España y a todo lo español.
    Y al no pararse en su momento, cada vez son más fuertes y la sociedad conformista y deshumanizada, cad vez más débil, con el pesar de todos los que dia a dia lo vemos.
    Y a mis Generales, y demás víctimas de la Guerra Civil ¡Dios los tenga en su Gloria Eterna.!

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